Odisea. Odisea entre el espacio que separaba el yo, del nuestro y del suyo. Odisea gramatical que no deja indiferente a nadie cuya conciencia esté preparada para entenderlo.
Nos carcomimos al querer llegar al máximo, a la cumbre que, no por ser -esta vez- anticiclónica, nos iba a dejar huir sin empaparnos. Supongo que eso fue. No fue un derrumbamiento. Fue un
Al final, el suelo, empapado, no trata mal a nadie. Es un buen huésped hasta que hay un cobijo mejor al que aspirar. Ahora sí, hay que edificarlo tras edificarse a una misma y, antes de construir ningún tipo de sueño, pues no hay átomo en el aire que sostenga tal ostento.
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