domingo, 5 de enero de 2014

Desliz gramatical

Nos derrumbamos en un intento sólido de edificar nuestros sueños. Nunca pensamos que nos pudiéramos estar edificando como personas. Los cimientos parecían ya tan estables...
Odisea. Odisea entre el espacio que separaba el yo, del nuestro y del suyo. Odisea gramatical que no deja indiferente a nadie cuya conciencia esté preparada para entenderlo.

Nos carcomimos al querer llegar al máximo, a la cumbre que, no por ser -esta vez- anticiclónica, nos iba a dejar huir sin empaparnos. Supongo que eso fue. No fue un derrumbamiento. Fue un resbalón desliz de dimensiones épicas. Un sesgo de nuestros firmes pies que nunca se habían dado el lujo de permitirse un desliz.

Al final, el suelo, empapado, no trata mal a nadie. Es un buen huésped hasta que hay un cobijo mejor al que aspirar. Ahora sí, hay que edificarlo tras edificarse a una misma y, antes de construir ningún tipo de sueño, pues no hay átomo en el aire que sostenga tal ostento.